Follada por Delivery
Era una tarde lluviosa y el tráfico estaba pesado, pero eso no detuvo a Martín, un repartidor de comida que trabajaba a toda prisa para completar su última entrega. Miraba su GPS con frustración, notando que se había equivocado de dirección. Deteniéndose frente a un pequeño edificio, tocó la puerta por error. Al abrirse, lo recibió una mujer de cabello oscuro y ondulado, con una piel canela que contrastaba con su suave bata de seda. "Creo que te has equivocado, pero si necesitas cargar tu celular, puedes pasar", dijo con una sonrisa coqueta y un acento colombiano que lo desarmó. Martín, notando que su celular estaba a punto de apagarse, aceptó la invitación, sin sospechar cómo cambiaría el rumbo de su noche.
Entró al apartamento, acogedor y perfumado con un aroma floral. Mientras conectaba su celular, la mujer se presentó como Valeria y, con naturalidad, mencionó que iba a darse una ducha rápida antes de continuar la conversación. Martín, algo nervioso, intentó concentrarse en revisar su teléfono, pero su mente estaba distraída, consciente de los sonidos del agua corriendo en el baño. El ambiente en el apartamento era íntimo, y la espera solo hacía que la tensión aumentara. Cada minuto se sentía más largo, mientras su imaginación volaba con cada pequeño ruido que venía del cuarto de baño.
Valeria salió de la ducha con la bata ligeramente entreabierta, mostrando un poco de su piel húmeda y brillante. Se acercó con una naturalidad que, lejos de relajar a Martín, hizo que la tensión en la sala creciera. "Gracias por esperar", dijo con una sonrisa que dejaba intuir intenciones más allá de la simple hospitalidad. El silencio que siguió no era incómodo, sino cargado de una electricidad palpable. Valeria se sentó cerca de él, tan cerca que el calor de su piel parecía invitar al contacto. Sus miradas se encontraron, y Martín sintió cómo su respiración se aceleraba.
Sin palabras, como si ambos supieran lo que iba a pasar, Valeria se inclinó lentamente hacia él. Martín, sin poder contenerse más, la tomó de la cintura y sus labios se encontraron en un beso intenso, cargado de la tensión que habían sentido desde el momento en que ella abrió la puerta. Todo lo demás desapareció, el error en la dirección, la lluvia afuera, solo quedaba el momento compartido, donde la atracción mutua finalmente se desbordó en el pequeño apartamento iluminado por la tenue luz de la tarde.